• Si con Paul Fusterme tomaría un café o dos, con Mariano Sigman -uno de los neurocientíficos más reputados del mundo- me iría, como mínimo, a cenar, para poder tener toda la noche por delante y la oportunidad de ahondar en algunos de los temas como los que desmenuza en esta maravillosa y extensa entrevista.

    En ella se sondea desde la neotenia, al innatismo, a los sesgos cognitivos, el academicismo científico, a los campos semánticos (el uso que las personas

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  • Las creencias son nuestras certezas necesarias, sin ellas, nos sentiríamos desvalidos ante un mundo, en principio, incomprensible y sin sentido. Son nuestra constelación de la realidad y conforman la base de nuestra identidad.

    Para poder comprender el mundo -o al menos asignarle un sentido imprescindible (sin él no podríamos navegarlo)- interpretamos nuestras experiencias, generalizando, sesgando, eliminando y distorsionando la realidad a nuestro favor para poder atribuirle un significado. Son parte de un proceso adaptativo inevitable, por eso son dicotómicas, agrupan las experiencias en positivas y negativas, para calcular riesgos y predecir resultados derivados de nuestras decisiones.

    Es nuestro orden necesario para ordenar el ininteligible mundo. Y si lo crees, es: "Algunas personas pueden sufrir ataques de asma ante flores de plástico, si creen que son verdaderas".

    Pero hay que tener en cuenta que dirigimos nuestra energía dónde dirigimos nuestra atención. Solo somos capaces de ver lo que queremos ver, y solo registramos lo que las confirma eliminando, o menospreciando lo que no.

    El problema deriva en que mientras

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  • Malcolm Gladwell, el polémico reportero británico de The Washington Post y de The New Yorker, convertido en fenómeno cultural, acaba de publicar el ensayo Hablar con extraños, dónde nos advierte contra la tentación de precipitarse al extraer conclusiones de las personas.

    Gladwell, asegura que cometemos al menos tres errores cuando conocemos a un extraño:
    1- El sesgo hacia la veracidad, que nos lleva a presuponer que la gente con la que tratamos es sincera.
    2- La ilusión de que lo que siente esa persona se transparenta en su rostro.
    3- El no considerar el contexto del encuentro.

    Además parece ser que nuestro detector de verdades está muy sesgado a favor de gente que es carismática o atractiva. Por lo

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  • A estas alturas, ya nos habremos dado cuenta que nuestro cerebro tiene una tendencia a rechazar la información que contradice lo que "supuestamente" ya sabemos, y, asumimos como cierto, y tiende hacer oídos sordos a una opinión que lo rebata, aunque sea aplastante.

    Es lo que los científicos llaman sesgo de confirmación: "Buscar e interpretar datos de una manera que fortalezca nuestras opiniones preestablecidas". Creo que a todos nos viene a la cabeza, en este momento, algún que otro paciente endémico de dicho sesgo.

    Tali Sharot, directora del Affective Brain Lab en la UCL, en su libro The

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  • Ya hemos comentado en varias ocasiones, que la realidad en sí no existe.

    Nuestra percepción no es más que la aproximación a la realidad desde nuestro punto de vista singular, influido a su vez por nuestra experiencia, nuestras circunstancias y nuestras creencias.

    Todos poseemos nuestro particular mapa del mundo. Cada uno de nosotros tiene sus historias sobre cómo son las cosas y cómo se supone que deberían ser.

    Para justificar, y corroborar, nuestra sesgada mirada nuestro cerebro, de manera inconsciente, realiza maniobras como puede ser la generalización de experiencias elevándolas a la categoría de criterios, la omisión de datos o la distorsión de lo percibido para ratificar que nuestra subjetiva visión del mundo es funcional y lógica.

    ¿Entonces, qué implica reencuadrar la realidad?

    Reencuadrar implica
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  • "El cerebro humano es posiblemente la obra de ingeniería imperfecta más impresionante que exista". Y es que en su función primordial y fundamental, la supervivencia, es muy eficiente, impecable. Pero a pesar de su maravillosa eficacia para mantenernos vivos (o precisamente por ella) es altamente impreciso si lo medimos con la vara de la razón.

    Y es que no somos ni racionales ni analíticos por defecto, sino que nuestro cerebro juega a favor de la preconcepción de la realidad de cada uno, para justificar y ratificar, lo que de antemano creemos que es verdad. Todos nosotros procesamos la información de una manera diferente, distorsionada y parcial, justamente para favorecer nuestra coherencia interna. Aunque sea falsa, errónea o absurda, la damos como buena.

    Has oído hablar de ellos, seguro. Están en todas partes. Se llaman sesgos cognitivos, y caemos en ellos, o los practicamos de forma inconsciente a diario. Hay muchos errores de lectura, pero Miguel Jorge, nos describe los más

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