• Un cerebro más atento es un cerebro más feliz, más pausado, más en paz. Más atento en lo único que es veraz y real, el aquí y el ahora.

    De los 70.000 pensamientos diarios que podemos tener, la mayoría son cháchara mental y nos suceden sin elegirlo; son automáticos e inconscientes y, desgraciadamente, poco productivos. Son un ruido percutivo e incómodo, constante e implacable.

    Nos pasamos el día surfeando entre planteamientos que viajan al pasado -a la culpa, a la nostalgia- y la ansiedad e incertidumbre del futuro. Naturalmente, casi nunca estamos en el aquí y el ahora. Nuestra red neuronal se encarga de ello. Nuestro poderoso inconsciente maneja la jugada sin pedir permiso.

    Por eso, para estar presente, hay que forzarlo, ya que biológicamente no tenemos esta tendencia. Hay que provocar estar plenamente aquí, desde la decisión consciente. Buscar el silencio, la soledad y practicarla.

    Forzar nuestra atención dispersa a ubicarse en lo único que tenemos, el ahora.

    Hay que elegir, parar, centrar, para poder estar, como el observado de la realidad que somos. ...

  • Eduard Punset, (1936-2019), con su carismática personalidad y su curiosidad insaciable, fue capaz de despertar en muchos que, a priori, no hubieran estado interesados, esa necesidad de saber por qué somos como somos. Según decía, “había que explicar a la gente ciencia que le interesara, que les explicara cómo eran por dentro, qué les pasaba, por qué eran como eran. Ciencia popular”. El programa Redes (1996) lo hizo posible divulgando la ciencia en una época en que no había apenas nada de ciencia en la televisión, llegando a muchos y calando en la mayoría.

    De todos, éste es uno de los episodios que más destaco. Desbancando al estigmatizado inconsciente Freudiano, ahondamos en el poder y la sabiduría del nuevo inconsciente, con la humildad de reconocer, que no somos seres racionales, al menos, no tanto como creíamos. Pasen y vean.

  • De esta entrevista al filósofo John Sellars, no me quedo con todo, pero sí con mucho.

    En su recién publicado Lecciones de Estoicismo, Sellars invita a los grandes estoicos a cenar y nos acerca a las lecciones fundamentales y fundacionales de los maestros del estoicismo. Sentando a la mesa desde a Séneca a Marco Aurelio hasta Epicteto para recordarnos que "si aprendes a ser el dueño de tus pensamientos, también serás señor de tu destino." Resumiéndolo en una frase: “El mundo es como lo piensas",nuestra experiencia del mundo está determinada, por el modo en que lo pensamos.

    Entre todas, yo rescato el concepto de ataraxia: la sabia asunción de lo inevitable tras la prudente acción en lo posible. La lección más importante de todas... La humildad de

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  • Siento, por lo que pienso. No al revés.

    La emoción está absolutamente vinculada a tu subjetiva, reduccionista y, a la vez, burda interpretación de la realidad. Dependiendo de lo que "lees" que pasa, acabas sintiéndote.

    Cómo pensamos, bajo qué lentes vemos la vida y cuál es la historia que nos contamos es lo que fundamenta cómo nos vamos a sentir. No es que la realidad sea lo de menos, pero casi. Tu felicidad va a depender de cómo interpretes esa realidad, no de la realidad en sí misma. Si quieres alcanzar esa serenidad que tanto anhelamos, hay que aprender a pensar, bien.

    Tal y como dice Ferran Salmurri cuando nos sentimos mal, "En lugar de mirar a tu alrededor en busca de quién o qué es lo que te hace sentirte mal, mira lo que ocurre en tu cabeza: qué percepción debes cambiar". Simplificando: ¿Qué milonga te estás contando? Y ¿De qué te sirve?

    Eso no quita, que también hay que aprender a pensar bien de uno y hacia uno. Cuestionar la identidad narrativa que te has ido formulando hasta llegar a creértela y ponerla en

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  • “¿De dónde surge esa característica humana que nos lleva a no valorar lo que ya tenemos? Pues emana de algo bello y diabólico, que nos catapulta y a la vez nos esclaviza, y que se denomina “eterna insatisfacción."

    Si esta pregunta no es suficientemente sugerente para entregaros a este artículo de Fernando Trías de Bes, aquí subrayo algunos de los apuntes más importantes para ir abriendo boca y para, también, provocar el deseo…. de leerlo, de cabo a rabo.

  • Enjuiciando al "mal tiempo buena cara" como sistema vital. Así empieza la entrevista a la psiquiatra y psicoterapeuta Anabel Gonzalez. No nos equivoquemos, disimular las emociones no es gestionarlas. Y a su vez, gestionar no conlleva poder decidir que es lo que tenemos y no tenemos que sentir.: "A las emociones la dictadura de nuestro pensamiento no les ayuda en nada".

    Y sigue con la máxima: Cambiar es de lo más difícil que hay. Parece ser que "le tenemos mucho cariño a nuestra forma de ser aunque sea el mayor de nuestros problemas". Precisamente por eso cambiar asusta, porque es la única seguridad que tenemos.

    Pero que no cunda el pánico, no es imposible. Pero cambiar requiere tiempo. En su libro, Lo bueno de tener un mal día, lo explica

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  • Si te pongo el título original del artículo, igual, ni me lo lees. Pero se podría tildar de un post de "Neurociencia para Dummies" que, en realidad, es lo que somos; unos incompetentes en cuestiones de bienestar emocional.
    Nuestra falta de conocimiento de los procesos biológicos de nuestro cerebro y el porqué de los mismos, hace que nos creemos unas expectativas vitales erróneas, e inalcanzables. Y de ahí entramos en el bucle eterno de la insatisfacción. 
    Échale un vistazo a las ideas básicas, no está de más saber qué está pasando en tu cerebro a nivel químico mientras tu te empeñas en ser feliz. Saber qué pasa no va a solucionar el problema, pero sí que da un poco de paz entender que tu biología no está jugando a tu favor, al menos, en tu búsqueda ilusoria de la felicidad.
  • A estas alturas, ya nos habremos dado cuenta que nuestro cerebro tiene una tendencia a rechazar la información que contradice lo que "supuestamente" ya sabemos, y, asumimos como cierto, y tiende hacer oídos sordos a una opinión que lo rebata, aunque sea aplastante.

    Es lo que los científicos llaman sesgo de confirmación: "Buscar e interpretar datos de una manera que fortalezca nuestras opiniones preestablecidas". Creo que a todos nos viene a la cabeza, en este momento, algún que otro paciente endémico de dicho sesgo.

    Tali Sharot, directora del Affective Brain Lab en la UCL, en su libro The

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  • Confieso que no he leído el libro "Todo Cuenta", pero que ya tengo ganas de hincarle el diente solo de recorrer esta entrevista a Diana Orero. Para ella, como para Elie Wiesel, las personas se convierten en los relatos que escuchan y en los relatos que cuentan.

    Quizás, entonces, la máxima libertad reside en elegir qué pensar, qué recordar, y qué elegimos narrarnos. Aparentemente todos tenemos ese poder, pero se nos olvida utilizarlo.

    "La única diferencia entre la esperanza y el

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